No me he leído la declaración entera, porque ya hay que tener ganas de leer párrafos y párrafos que empiezan con un numerito delante, y yo tengo cosas mejores que hacer. Además, tampoco me parece una cosa como para tirar cohetes. Porque, para empezar, el Consejo de Europa, ese gran desconocido (así que recomiendo encarecidamente seguir ese enlace de antes y luego pasar a la versión inglesa, que sí que tiene información), ni pincha ni corta en estos menesteres. Básicamente es un órgano creado tras la segunda guerra mundial para que en Europa no nos partamos los piños por un quítame allá esas pajas y no tiene mucho que ver con la Unión Europea, que vino después y que sí que tiene cierta potestad para pasar normas de obligado cumplimiento por los estados miembros.
Si al final me he decidido a hablar de ello es porque veo que otra gente está dándole cierta importancia a la votación en sí (48 sí, 25 no) diciendo que representa que en Europa hay sectores políticos que están en favor de la enseñanza del creacionismo en las clases de ciencia. Y si bien eso es cierto, sinceramente no creo que sean tantos como se pretende dar a entender a partir de esa votación. Ya digo que no me la he leído ni entera ni mucho menos en detalle, pero puedo entender que alguien por cuestión de principio se oponga a ella. Quién sabe qué motivos haya detrás de los noes. Por ejemplo podían protestar por ser nacionalistas que creen que se están invadiendo competencias nacionales. En la derecha conservadora no sólo hay fanáticos religiosos, también hay mucho euroescéptico. También se me ocurre que alguien esté en contra de que unos políticos pongan negro sobre blanco qué es la evolución, cuáles las teorías y cuáles las pruebas factuales. Que se hace. O quizá critiquen el retrato que se haga de un asunto acaecido en su país (de nuevo el nacionalismo, que no tiene por qué ir unido al fenómeno religioso) pues también se nos da con una lista de acontecimientos que marcan los intentos de avance creacionista en territorio europeo. Y sí, claro, habrá alguno que crea que poner por escrito que una creencia está en contra de lo que la ciencia demuestra es en cierta manera una forma de decir que las religiones son falsas y por tanto una injerencia del poder político en la libertad de credo. Y eso lo podrá decir alguien creyente o alguien laico pero con firmes valores democráticos. Y es que los científicos podemos permitirnos opinar sobre la religión, pero los políticos no.
Así que, en resumen, me congratula ver que los políticos europeos se preocupan por estas cosas y quieren que se tomen medidas para evitar que se confunda ciencia con creencia. Pero los políticos hacen política y es en ese contexto en el que hay que interpretar sus decisiones. ¿Algún voluntario para leer las minutas de la sesión?