En la historia anterior me hacía eco de los puros datos: la carrera científica académica es la peor pagada en relación al esfuerzo educativo implicado. Sin embargo no daba mi propia opinión al respecto, así que aquí va:
Todo este tema despierta en mí una serie de interrogantes que me gustaría tuviesen una respuesta clara. Si es tan evidente que los científicos no nos metemos en esto por el dinero, ¿entonces por qué es? Por amor al arte, evidentemente. ¿O no? Quizá el que estudia Ingeniería Informática (sustituid por cualquier otra carrera científico/técnica con tirón laboral), que en cuanto acaba la carrera (las más de las veces incluso antes de hacerlo) se encuentra con un trabajo bien pagado (comparativamente hablando, ojo) y con perspectivas de futuro, entonces sí puedo pensar que el que se queda en Academia es porque quiere.
Esto suena ideal. Nuestros profesores y/o científicos investigadores son abnegados visionarios que sacrifican lucro personal por el avance de la sociedad. Claro. Pero uno no puede dejar de pensar si no será que de los que se quedan en la carrera académica una parte sean auténticas vocaciones mientras que otra (dejo abierto a interpretación la proporción entre ambas fracciones) sean simplemente los que no encuentran otro tipo de trabajo, bien sea por inercia (falta de iniciativa, algo nada deseable en un investigador) o bien sea por incapacidad (no le quiere contratar ninguna empresa; por favor, incluíd en esta categoría a todos aquellos profesores de instituto que llegan rebotados de otros sitios con las oposiciones a profesor de instituto como último recurso). Y es que uno podría pensar que las empresas sólo cogeran al mejor candidato de los que se presenten, y si pagan mejor, mayor probabilidad de que lo que suceda es que los sueltos altos se los rifen los mejores currículos (tanto académicos como historial profesional, claro).
O sea, que entre aquellos que tienen alternativa a la vida académica es fácil que se de la situación de que los mejores se dediquen al trabajo privado. ¿Es esto lo que nuestra sociedad quiere? Si la respuesta es no, la solución es relativamente fácil: aumentar los ingresos de los puestos académicos. Esto no significa que los profesores tengan que ser mejor pagados que los que trabajan en empresas, sino que simplemente hay que reducir las distancias. Cuanto más cerca esté el sueldo del académico de los más altos del mercado, claramente se deduce que mayor competencia por lograr dicha plaza y que por tanto mayor proporción de académicos vocacionales y de mejores currículos dedicados a la ciencia y la enseñanza.
Y eso con respecto a los que tienen alternativa, porque hay profesiones que prácticamente NO tienen alternativa a seguir la vida académica. En estos momentos me arrepiento de no haberme colegiado porque así tendría de fuentes oficiales cuáles son las salidas (reales) para los biólogos. En la (malísima) página web del Colegio Oficial de Biólogos de España encontramos un listado (sin más información) de las salidas profesionales. Cualquiera que observe detenidamente dicha lista podrá percatarse de que aquellas áreas que no están ya cubiertas por otras carreras son puramente académicas. Es decir, el biólogo que no quiera dedicarse a la investigación científica en el ámbito académico o la simple docencia sólo puede esperar competencia con ingenieros forestales, de montes, agrónomos, agrícolas, diversas especialidades de industriales, químicos y estudiantes de ciencias ambientales, por no hablar del celo con que se vigila el ámbito médico por parte de médicos y farmacéuticos. Ah, y si no menciono la investigación privada es por el sencillo hecho de que ésta requiere que uno sea doctor antes. Sí, quizá cobres más que si te quedas de post-doc, pero también es cierto que no hay tanta oferta como uno pudiera (o quisiera) pensar.
¿Significa esto que, debido a la ausencia real de alternativas, los biólogos que deciden seguir la ruta de la academia tienen mayor competencia interna aunque sea por sueldos más magros y que por ende sólo pasan la criba los mejores? ¡Au contraire! ¿Quién no conoce un par de casos cercanos de biólogos que desertan de las filas de su carrera para dedicarse a algo completamente diferente? Ya que tus estudios no te han preparado especialmente para enfrentarte al mercado laboral, en realidad te encuentras en la misma posición que toda esa gente que no ha recibido formación superior. Y lo triste es que aun así tus posibilidades de encontrar un trabajo mejor pagado y fácil de conseguir son mayores que si te dedicases a seguir tu vocación investigadora.
¿Solución? La misma de antes: aumentar número de plazas y sueldo recibido, todo sea por dejar de formar biólogos que se ganarán las habichuelas de informáticos al tiempo que fomentamos que los mejores cerebros formados en la carrera se dediquen a algo productivo para toda la sociedad (y no sólo una parte, es decir, los accionistas de la empresa). Quien dice biólogos dice físicos, dice químicos, matemáticos, geólogos, astrónomos... y sí, también historiadores, filólogos, et cetera.
Actualización: Antes de que esto degenere, matizo un par de cosas: la idea no es quejarse de las pocas salidas de la biología. Sólo lo he usado como un ejemplo porque es lo que mejor conozco (¡a la fuerza ahogan!), aunque soy plenamente consciente de que es extensible a otros campos.
Lo que sí era el objetivo es señalar que esto no es un fenómeno local, ni regional ni profesional, sino que pasa en todos los campos, en todas partes del mundo, en mayor o menor medida. La percepción de la sociedad sobre el papel del estamento académico ha cambiado para peor y coincide (correlación, nada de causación, aunque quién sabe) con la bajada de la posición económica de dicho grupo social.
Antes, no hace tanto, nadie se metía en academia no porque pagaran mal, sino porque era difícil. Llegar a profesor te reportaba no sólo un sueldo generoso sino una posición social, respetada y admirada. Ahora no. Ahora los ídolos son gente que cobra muchísimo más y esto es así sin que haya dejado de ser difícil llegar a profesor (más bien al contrario)
Todo este tema despierta en mí una serie de interrogantes que me gustaría tuviesen una respuesta clara. Si es tan evidente que los científicos no nos metemos en esto por el dinero, ¿entonces por qué es? Por amor al arte, evidentemente. ¿O no? Quizá el que estudia Ingeniería Informática (sustituid por cualquier otra carrera científico/técnica con tirón laboral), que en cuanto acaba la carrera (las más de las veces incluso antes de hacerlo) se encuentra con un trabajo bien pagado (comparativamente hablando, ojo) y con perspectivas de futuro, entonces sí puedo pensar que el que se queda en Academia es porque quiere.
Esto suena ideal. Nuestros profesores y/o científicos investigadores son abnegados visionarios que sacrifican lucro personal por el avance de la sociedad. Claro. Pero uno no puede dejar de pensar si no será que de los que se quedan en la carrera académica una parte sean auténticas vocaciones mientras que otra (dejo abierto a interpretación la proporción entre ambas fracciones) sean simplemente los que no encuentran otro tipo de trabajo, bien sea por inercia (falta de iniciativa, algo nada deseable en un investigador) o bien sea por incapacidad (no le quiere contratar ninguna empresa; por favor, incluíd en esta categoría a todos aquellos profesores de instituto que llegan rebotados de otros sitios con las oposiciones a profesor de instituto como último recurso). Y es que uno podría pensar que las empresas sólo cogeran al mejor candidato de los que se presenten, y si pagan mejor, mayor probabilidad de que lo que suceda es que los sueltos altos se los rifen los mejores currículos (tanto académicos como historial profesional, claro).
O sea, que entre aquellos que tienen alternativa a la vida académica es fácil que se de la situación de que los mejores se dediquen al trabajo privado. ¿Es esto lo que nuestra sociedad quiere? Si la respuesta es no, la solución es relativamente fácil: aumentar los ingresos de los puestos académicos. Esto no significa que los profesores tengan que ser mejor pagados que los que trabajan en empresas, sino que simplemente hay que reducir las distancias. Cuanto más cerca esté el sueldo del académico de los más altos del mercado, claramente se deduce que mayor competencia por lograr dicha plaza y que por tanto mayor proporción de académicos vocacionales y de mejores currículos dedicados a la ciencia y la enseñanza.
Y eso con respecto a los que tienen alternativa, porque hay profesiones que prácticamente NO tienen alternativa a seguir la vida académica. En estos momentos me arrepiento de no haberme colegiado porque así tendría de fuentes oficiales cuáles son las salidas (reales) para los biólogos. En la (malísima) página web del Colegio Oficial de Biólogos de España encontramos un listado (sin más información) de las salidas profesionales. Cualquiera que observe detenidamente dicha lista podrá percatarse de que aquellas áreas que no están ya cubiertas por otras carreras son puramente académicas. Es decir, el biólogo que no quiera dedicarse a la investigación científica en el ámbito académico o la simple docencia sólo puede esperar competencia con ingenieros forestales, de montes, agrónomos, agrícolas, diversas especialidades de industriales, químicos y estudiantes de ciencias ambientales, por no hablar del celo con que se vigila el ámbito médico por parte de médicos y farmacéuticos. Ah, y si no menciono la investigación privada es por el sencillo hecho de que ésta requiere que uno sea doctor antes. Sí, quizá cobres más que si te quedas de post-doc, pero también es cierto que no hay tanta oferta como uno pudiera (o quisiera) pensar.
¿Significa esto que, debido a la ausencia real de alternativas, los biólogos que deciden seguir la ruta de la academia tienen mayor competencia interna aunque sea por sueldos más magros y que por ende sólo pasan la criba los mejores? ¡Au contraire! ¿Quién no conoce un par de casos cercanos de biólogos que desertan de las filas de su carrera para dedicarse a algo completamente diferente? Ya que tus estudios no te han preparado especialmente para enfrentarte al mercado laboral, en realidad te encuentras en la misma posición que toda esa gente que no ha recibido formación superior. Y lo triste es que aun así tus posibilidades de encontrar un trabajo mejor pagado y fácil de conseguir son mayores que si te dedicases a seguir tu vocación investigadora.
¿Solución? La misma de antes: aumentar número de plazas y sueldo recibido, todo sea por dejar de formar biólogos que se ganarán las habichuelas de informáticos al tiempo que fomentamos que los mejores cerebros formados en la carrera se dediquen a algo productivo para toda la sociedad (y no sólo una parte, es decir, los accionistas de la empresa). Quien dice biólogos dice físicos, dice químicos, matemáticos, geólogos, astrónomos... y sí, también historiadores, filólogos, et cetera.
Actualización: Antes de que esto degenere, matizo un par de cosas: la idea no es quejarse de las pocas salidas de la biología. Sólo lo he usado como un ejemplo porque es lo que mejor conozco (¡a la fuerza ahogan!), aunque soy plenamente consciente de que es extensible a otros campos.
Lo que sí era el objetivo es señalar que esto no es un fenómeno local, ni regional ni profesional, sino que pasa en todos los campos, en todas partes del mundo, en mayor o menor medida. La percepción de la sociedad sobre el papel del estamento académico ha cambiado para peor y coincide (correlación, nada de causación, aunque quién sabe) con la bajada de la posición económica de dicho grupo social.
Antes, no hace tanto, nadie se metía en academia no porque pagaran mal, sino porque era difícil. Llegar a profesor te reportaba no sólo un sueldo generoso sino una posición social, respetada y admirada. Ahora no. Ahora los ídolos son gente que cobra muchísimo más y esto es así sin que haya dejado de ser difícil llegar a profesor (más bien al contrario)
