"El dios de la evolución es un dios iconoclasta (para empezar, es ateo) cuyos intentos por mejorar la combustibilidad de las reses para facilitar los sacrificios religiosos le llevan, tras perder todos sus fieles, a exiliarse en una isla recóndita en la que practicar la evolucionabilidad de sus creaciones, entre las que abundan los tipos de escarabajos (siendo esto un guiño a JBS Haldane, evolucionista ateo que, preguntado en un debate qué opinaba sobre dios, contestó que lo único que podía decir es que tenía que tener "un gusto desmedido por los escarabajos"; en numero de especies, los escarabajos son el grupo más diverso, y por mucho, muchísimo). La evolución por selección natural es una consencuencia de la reproducción diferencial, unos individuos debido a sus características hereditarias teniendo más éxito reproductivo que otros. Terry Pratchett juega con esta "supervivencia del más apto" (survival of the fittest) y la convierte en la "supervivencia del más rápido" (survival of the fastest), en palabras del Archicanciller (rector) como reflexión sobre la impresionante velocidad con la que los organismos de la isla se adaptan al entorno: en otro guiño evolucionista, los magos observan como un lagarto bípedo gigantesco y de feroz expresión se convierte en un pollo. Efectivamente, las aves evolucionaron a partir de los dinosaurios, pero desde luego ningún dinosaurio "evolucionó" a ave, extremo lamarckista que el archicanciller exige para creer en las teorías disparatadas del joven Stibbons (otro de mis favoritos): ningún lemming desarrolla alas en su caída final por el barranco, a pesar de las evidentes ventajas que ésto le supondría."
Aunque este libro en concreto no esté a la altura de otros, una de las razones por las que me gusta tanto la serie de Discworld es este tipo de guiños a la divulgación científica. Desde luego con la parodia no lograremos que la gente comprenda las teorías científicas, pero a los que las comprendemos nos pone una sonrisa en la cara, y quiero pensar que a los que no acaban de pillar la broma les abre el apetito por conocer la realidad, aunque sólo sea para poder reirse a gusto con la parodia.