A los que trabajamos en cuestiones de genómica, biología evolutiva o biología del desarrollo (más si utlizamos peces como animal modelo) el nombre de Axel Meyer nos produce cierto respeto. El trabajo de su laboratorio es simplemente impresionante; es uno de esos casos de grupos hiperproductivos. Seguro que a más de uno le gustaría trabajar con él. Pero no todo es color de rosa. Nada menos que 16 investigadores de su grupo o que han pasado por él, presentaron ante la facultad una denuncia por conducta inapropiada. El comité encargado de decidir sobre el caso ha encontrado culpable a Meyer de apropiarse de propiedad intelectual, de abuso laboral y de crear un ambiente de trabajo estresante y frustrante para los investigadores, de socavar la independencia investigadora de sus trabajadores y de incumplimiento de contrato por ofertar plazas para las que no había financiación suficiente. De los 13 cargos presentados, ha sido hallado culpable de 8.
En una profesión diferente, esta situación no sería consentida por nadie. Sin embargo, en la nuestra no sólo se consiente, sino que se considera normal (quien más quien menos reconoce en esta historia algo que él mismo ha vivido o que conocidos le han contado) hasta llegar al punto de justificar lo que ha sido juzgado como mala conducta. En una carta a Nature (Meyer: disagreements but no misconduct Nature 431, 505 (30 September 2004)), una larga lista de colaboradores pasados y presentes de Meyer afirma que "trabajar en el laboratorio de Meyer, como en muchos otros, demanda un alto grado de dedicación y en ocasiones es necesario cambiar la linea de investigación para asegurar estos estándares. Esta es una situación normal en aquellos laboratorios en los que el progreso científico es la prioridad principal". Personalmente, encuentro esta frase poco menos que difamante. ¡En casi todos los laboratorios la prioridad es el progreso científico! ¿Por ser menos exigentes con sus trabajadores, es un grupo menos "científico"? ¿Acaso insinúan que el avance de la ciencia está por encima de la salud mental de los investigadores, de las condiciones laborales más básicas (como no obligar a realizar más horas de las estipuladas en tu contrato, salvo común acuerdo y retribución apropiada) o que el interés del grupo es más importante que el progreso individual?
No es la única carta recogida en ese ejemplar de Nature; también aparece esta otra: Meyer case poses a challenge to the system Nature 431, 505 (30 September 2004). En ella otra lista de colaboradores de Meyer resalta el hecho de que no sólo se culpa a Axel de un ambiente laboral "precario", sino que más importante aún, de abuso de posición de poder (académico). No ha falsificado datos, aunque alguien se queja de presiones para lograr los resultados deseados, sino que ha aprovechado su posición para apropiarse de ideas ajenas, desarrolladas por investigadores jóvenes de su grupo (lo que añade el perjuicio para el desarrollo personal de las carreras de estos).
Digamoslo sin tapujos, el sistema académico está basado en una estructura casi feudal en la que el professor/catedrático es el dueño y señor y los miembros de su laboratorio son prácticamente siervos. Las mejoras sociales no solo no han llegado, sino que se consideran perniciosas para el desarrollo de la investigación científica. Si no se conocen muchos más casos como el de Meyer no es porque no exista, sino que las víctimas tienen un serio problema de indefensión y el silencio conformista o el abandono de tus ambiciones son las únicas alternativas posibles.
De hecho, me la estoy jugando por decir esto. Esperemos que esto no llegue ni a sus oidos ni a los de mis jefes. Y es que así está el percal...