Hace tres cursos académicos, que viene a ser hace casi tres años, cuando estaba por terminar la carrera, decidí que tenía que ver el extranjero antes de decidir qué hacer con mi vida. Tiene que ser el agua que bebemos, no sé, porque el caso es que algo hace que en nuestra hispánica cultura, todos seamos conscientes de que en el extranjero, así en general, casi sin importar muy bien donde, las cosas van mejor. Supongo que es por una especie de consciencia colectiva que comprende que peor no se puede estar (aunque sí que se puede, que para calamidades está el mundo). Mi madre, desde que empecé a estudiar, tenía muy claro que tarde o temprano me iría del país. Es como si para llegar alto fuera requisito indipensable irse lejos también. Aquel curso del que empecé hablando me apunté al programa Sócrates/Erasmus. Mi Laura y yo decidimos que necesitabamos un cambio de aires, así que eligimos Holanda. Una profesora del departamento en el que estaba por aquel entonces me dijo: no te vayas, que no vuelves. También me dijo que no perdiera el tiempo yéndome de Erasmus, que me buscase un doctorado.
Tenía razón en ambas cosas. El año de Erasmus ha sido hasta la fecha el mejor año de mi vida. Científicamente hablando, totalmente olvidable. Si alguien lee esto, que sepa que en la facultad de ciencias de Leiden, los profesores ven a los estudiantes de intercambio como mano de obra barata que bastante tienen que conformarse con que les enseñen a hacer ciencia como diox manda (los estudiantes holandeses, peor preparados en el aspecto teórico, pero el sistema es diferente, qué le vamos a hacer, son como dioses, eso sí. mano de obra barata pero "cualificada"). Vamos, que terminas quieras o no de técnico de un estudiante de doctorado para ayudarle con su tesis. Si comparo con el panorama del laboratorio en el que estuve en España, diré que en todas partes cuecen habas. Por supuesto, allí el sistema es distinto, así que los estudiantes nacionales son un grano en el culo (teoría toda la que quieras, pero ni puta idea de hacer nada, así que pierdes más tiempo con ellos que haciendo las cosas tú mismo) y los de intercambio no vienen por los proyectos científicos, sino porque España es un país maravilloso de juerga perpetua en el que les aprueban las asignaturas a poco que lloren la nota del trabajo (nada de exámenes, ojo). En fin. A cambio me sirvió para madurar mucho y darme cuenta de qué cosas eran importantes en esto de la investigación y cuáles menos. Por ejemplo, a valorar muy positivamente tener un sueldo base de 1200 €/mes el primer año que terminan siendo 1800 el último de los 4 que dura oficialmente el contrato. Sí, contrato, ese es otro punto. El dinero que digo es neto, después de impuestos (el 24% del bruto, que es 1600-2100), que incluyen seguro médico (bueno, sí y no, pero eso es cosa aparte), derecho a paro, pensión de jubilación y esas cosas que dentro de 35 años agradeceré mucho. Muy positivamente se valora también que los medios de un departamento pequeño aquí son comparables a los medios de un grupo grande allá. Y hablo de Universidades, ojo. Supongo que llevar años gastándose en ciencia el 3% del PIB (que por cierto es mucho mayor que el Español) ayuda. Y para postre, los profesores son conscientes de que el grupo avanza gracias a los estudiantes de doctorado, y estos son también conscientes de su posición estratégica.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. Es algo intrínseco al sistema que la producción es función del número de personas, aquí o en la Cochinchina (a igualdad de materiales, claro), así que aquí, como en España, la prioridad es tener a más gente, de modo que aunque se tengan más recursos, están igual de ocupados. ¿Espacio de laboratorio? ¡Pero si no hay para casas! ¿Despachos? He visto a profesores en cubículos más pequeños que el mío (eso sí, lo tenían para ellos solos, claro). El caso es que soy un afortunado (pero me temo que no dure poco, nos mudamos de oficina los del grupo, o eso llevan planeando hace meses) en ese aspecto. Antes dije que la productividad depende de los doctorandos, pero no sólo es eso. Además, a los profesores les dan una remuneración (y nada pequeña) por cada estudiante que finaliza exitosamente, así que no sólo te presionan para sacar los resultados que pongan al grupo en la élite mundial (que aquí no esperan menos, por lo que se ve) sino que además si no terminas a tiempo es culpa tuya (no importa que durante un año los putos peces no hayan estado poniendo huevos como debieran por la carga excesiva que soportan) y en algunos casos el profesor está más motivado que tú por acabar, no solo a tiempo, sino de una p... vez. Recordadme que averigüe si el 'mobbing' es también delito por aquí.
El sueldo, una maravilla si no tenemos en cuenta el nivel de vida. El otro día ví un anuncio de beca de doctorado en España. Ofrecían 1100 al mes. Joder, ¡qué chollo! En Madrid, en casa de mi madre (que para eso también es mía por herencia, carayo), si fuese fuera, el alquiler no puede ser mucho. Al menos no tanto como los 800 al mes que me sabla el casero por el piso. Y tuvimos que ver muchos para encontrar la maravilla en la que vivimos. Eso sí, Laura se deja 100 eurazos al mes en un "abono" anual para el trayecto Leiden-Amsterdam. Y nos quejábamos del precio del abono mensual de la comunidad de Madrid. Y no hablemos de comer. Ya nos hemos acostumbrado a que un restaurante te cobre 10 euros de media por el plato principal, así que descubrir antros de pizzas a 5 euros es un sueño hecho realidad, así que ni os cuento como nos sentimos al ir de tapeo por los madriles. El cine, imaginaos un cine de los viejos de Gran Vía, con asientos de sky o de felpa, con menos sitio para las piernas que los de los autobuses. Ese lujo por 7.5 la película más barata (que el precio depende de la peli; hay distribuidoras que se permiten el lujo de pedir 8.5). Nada de día del espectador, si acaso 'sneak preview' por 6 euros sin saber qué carajo vas a ver. Las entradas a los museos no bajan de 7 euros (y si lo hacen, el museo no merece la pena). Creo que el Van Gogh ya va por los 9 (exhibición excluida). Afortunadamente hay una tarjeta que sale por 25 al año, pero no vale para todos los museos (aunque con ir al v.g. 3 veces ya amortizas). De teatro no hablo, porque mi holandés no da como para que merezca la pena preguntar el precio siquiera.
Por eso es el lazo naranja. Porque ni emigrando te salvas de llevar una vida en precario.
Eso sí, prefiero precario aquí que precario allí, dicho sea con todos los respetos. Y volveré cuando el café para todos sea por abundancia de recursos y no por política institucional.