Mi charla es mañana y no está lista ni mucho menos.
Esto es lo normal en mí, pero esta vez es peor porque generalmente me invade una fiebre de actividad que permite que todo salga fenomenalmente bien.
Hoy no me siento en absoluto activo, más bien al contrario; la lluvia se me ha metido en el ánimo y no consigo enfocar la puñetera presentación.
El hecho de que sea el único estudiante de primer año de doctorado que presenta algo no ayuda; menos si varias (bastantes) personas te dicen que les parece una locura. Eso son ánimos y lo demás es tontería.
En otra situación esto supondría un reto, pero hay que tener en cuenta que yo no quería dar la charla. Menudo marrón me endosó uno de mis jefes al pasarme la pelota. Él tenía que dar esta presentación, no yo. Pero por algún oscuro motivo, aquí me teneis. Y él se va ese mismo día a Francia, de vacaciones (y, accidentalmente, a un congreso sobre evolución de aves; quizá cuando esté de mejor humor comento los recientes resultados obtenidos en el laboratorio sobre las identidades digitales en las manos avianas).
La vie est une merde!